
Querida amiga, qué alegría inmensa cada vez que vuelvo a recorrer las sierras; lugar donde nuestras almas se cruzaron hace muchos años. Me siento invadida de una sensación de paz y de ternura cuando miro por la ventana de la cocina la parra de uva chinche que nos regala su sombra cada verano. Da gusto ver lo henchido que está el duraznero, y la higuera colmada será un delicioso dulce para un buen desayuno en familia.
Este paisaje entrañable me trae recuerdos de esos días compartidos hace más de tres decadas. Las distancias del tiempo nos alejaron; igual me deleito pensando que por más de un mes fuimos las mejores amigas. ¿Te acordarás alguna vez de mí?
Con Santiago y tres de los nietos llegamos esta mañana temprano a Mina Clavero, donde compramos con el fruto de años de ahorros una casita con un extenso terreno, colmado de árboles frutales y suficiente lugar para que jueguen los nietos.
Con Santiago y tres de los nietos llegamos esta mañana temprano a Mina Clavero, donde compramos con el fruto de años de ahorros una casita con un extenso terreno, colmado de árboles frutales y suficiente lugar para que jueguen los nietos.
En bien terminamos de comer acosté a esos locos bajitos, estaban muy molestos porque sus padres se habían rezagado en la ruta. Pero el cansancio pudo más y se quedaron dormidos. Mi marido como siempre aprovechó para dar una caminata y conocer un poco el vecindario; dijo que el aire de las sierras le renovarían las energías necesarias para seguir lidiando con los nietos. Yo me quedé a ordenar un poco la cocina y acomodar las valijas en el placard, aunque a él le dije que quería descansar un poco.
¡Qué estresante es el viaje en auto, máxime si se viaja con criaturas! No obstante hicimos alto en Rosario, Santa Fe y Carlos Paz, donde nos quedamos un par de días conociendo la belleza de cada lugar, los chicos igualmente rezongaron todo el viaje. Estaban hartos de permanecer en el coche tantas horas y como toda criatura no entendían razones. Yo como siempre traté de entretenerlos inventándole canciones y juegos. Pero no pude evadirme y como otros veranos fui desandando a unos cuantos años atrás.
Fue en el mes de febrero del 68 cuando tus tíos que también residían en Bs. As, me contrataron por un mes para venir con ellos a Mina Clavero y ayudarles en los quehaceres domésticos. En ese entonces las dos teníamos dieciocho años y un mundo de ilusiones. Volver a este lugar de tantos recuerdos siempre me provoca gran alegría y cuando Santiago propuso el viaje fue la algarabía de los niños, ya que querían conocer la provincia tan querida por su abuela, y aunque siempre me da temor porque me apuno cuando cruzamos las sierras, enseguida armé las maletas.
Esta paz solariega y el trajinar con los trastos, hacen que te vea como si fuera ese verano en que se cruzaron nuestros caminos. Llegaste a la casa muy temprano esa mañana, pocos días después que nosotros. Entraste abrazando una guitarra criolla, vi que por todo equipaje traías una mochila al hombro y en tu rostro una sonrisa generosa.
¡Qué estresante es el viaje en auto, máxime si se viaja con criaturas! No obstante hicimos alto en Rosario, Santa Fe y Carlos Paz, donde nos quedamos un par de días conociendo la belleza de cada lugar, los chicos igualmente rezongaron todo el viaje. Estaban hartos de permanecer en el coche tantas horas y como toda criatura no entendían razones. Yo como siempre traté de entretenerlos inventándole canciones y juegos. Pero no pude evadirme y como otros veranos fui desandando a unos cuantos años atrás.
Fue en el mes de febrero del 68 cuando tus tíos que también residían en Bs. As, me contrataron por un mes para venir con ellos a Mina Clavero y ayudarles en los quehaceres domésticos. En ese entonces las dos teníamos dieciocho años y un mundo de ilusiones. Volver a este lugar de tantos recuerdos siempre me provoca gran alegría y cuando Santiago propuso el viaje fue la algarabía de los niños, ya que querían conocer la provincia tan querida por su abuela, y aunque siempre me da temor porque me apuno cuando cruzamos las sierras, enseguida armé las maletas.
Esta paz solariega y el trajinar con los trastos, hacen que te vea como si fuera ese verano en que se cruzaron nuestros caminos. Llegaste a la casa muy temprano esa mañana, pocos días después que nosotros. Entraste abrazando una guitarra criolla, vi que por todo equipaje traías una mochila al hombro y en tu rostro una sonrisa generosa.
Ese día despuntó nublado, común del clima de verano en las sierras; amanece como para llover y luego al mediodía se muestra el sol en todo su esplendor. Viniste a visitar a tus tíos con la idea de compartir unos días con ellos. Ni bien te vi, rogué que no te marcharas.
A la hora de la siesta todos se retiraron a descansar como de costumbre. Tus tíos en la habitación principal, tus primos en el comedor cansados de jugar se quedaron dormidos con la tele prendida. Vos te recostaste en un sillón cerca de la cocina donde yo lavaba los platos.
A la hora de la siesta todos se retiraron a descansar como de costumbre. Tus tíos en la habitación principal, tus primos en el comedor cansados de jugar se quedaron dormidos con la tele prendida. Vos te recostaste en un sillón cerca de la cocina donde yo lavaba los platos.
Aunque también estaba cansada me quedé a limpiar tratando de no hacer ruidos para que pudieras dormir. Confieso que cada tanto te miraba con el anhelo de que tus sueños invadieran un poco los míos. Mientras rasguñaba ollas y sartenes me preguntaba, ¿Cómo serían tus tinieblas, y cómo hacías para encontrarle belleza a todas las cosas permaneciendo con tus ojos en blanco?
Cuando sin querer rocé tus manos al servirte la merienda me dijiste con ternura:
Cuando sin querer rocé tus manos al servirte la merienda me dijiste con ternura:
_“Estás agotada, ¿por qué no te retiraste a descansar como todos?”
Me impactaron tanto esas palabras. No había hecho ese viaje para vacacionar. Pero no quise cargarte con mis cosas, solo atiné a decirte que no te preocuparas, yo estaba bien y que me gustaba mi trabajo. Hubiera querido contarte que tenía deseos de salir a recorrer la ciudad, conocer otros chicos y salir a bailar, a divertirme; que no quería limpiar, ni lavar. Que estaba triste porque había dejado a mi bebé al cuidado de una de mis hermanas.
Huviera querido que supieras que en bien salí de Buenos Aires deseaba volverme a mi casa. Confíe en que no te darías cuenta, quizás lo pensé porque no me podías ver. Pero era yo quien no sabía que mirabas con el alma. Tampoco entendía porqué estabas tan pendiente de mí; yo un ser tan simple, con ambiciones como cualquier chica de mi edad; pero tan distinta a tu vida.
Me puso triste al escuchar el comentario de tus tíos que en unos días te marchabas a Bs As a seguir con tus estudios. Pero pasaban los días y vos te quedabas. Desde entonces no quise que terminaran esas vacaciones.
Me puso triste al escuchar el comentario de tus tíos que en unos días te marchabas a Bs As a seguir con tus estudios. Pero pasaban los días y vos te quedabas. Desde entonces no quise que terminaran esas vacaciones.
Los días nublados que la familia no podía ir al río a nadar con tu tío y los chicos nos íbamos a cabalgar. El primer día no quería saber nada ya que temía montar a caballo, vos insististe hasta que acepté.
¿Te acordás como reíamos la tarde que mí caballo se paró en sus dos patas? Primero no me hizo ninguna gracia; pero tomaste las riendas y cuando pudiste tranquilizarlo al animal nos alejamos de los demás; tranco a tranco y en silencio disfrutamos de ese instante mágico.
Te juro que me divertía tanto esas tardes que pasábamos juntas, me apuraba con los quehaceres domésticos, solo para llenar mí espíritu con la belleza de las sierras, olvidando por completo las circunstancias que me habían llevado hasta allí.
Te juro que me divertía tanto esas tardes que pasábamos juntas, me apuraba con los quehaceres domésticos, solo para llenar mí espíritu con la belleza de las sierras, olvidando por completo las circunstancias que me habían llevado hasta allí.
Como también me deleitaba por las noches cuando nos reuníamos con los demás en el jardín o en la terraza para oírte cantar acompañada de tu guitarra. Creer que eran para mí esos versos que entonabas producía en mí ser una sensación sublime; sentía que éramos dos almas en busca de la libertad.
Una noche de confidencias me contaste que tu abuelita con el despojo que da el amor, estaba dispuesta a regalarte sus ojos. Observé como se derramaban mansas tus pupilas a mi pregunta:
Una noche de confidencias me contaste que tu abuelita con el despojo que da el amor, estaba dispuesta a regalarte sus ojos. Observé como se derramaban mansas tus pupilas a mi pregunta:
_”¿Y porqué no? Si ella se ofrece es porqué te quiere mucho, ¡tenés dieciocho años, sos tan joven! ¡Además tu abuelita es muy anciana!. Yo no lo pensaría dos veces”.
Hoy me doy cuenta amiga mía, porqué te estremeciste al oír mis palabras, es que hoy aprendí el amor donde no cabe el egoísmo.
Ha corrido tanta agua bajo el puente. Paso, a paso, todo fue cambiando. Yo también cambié. Algunas cosas quedaron a la espera del tiempo. Otras, a la espera de un encuentro.
Ha corrido tanta agua bajo el puente. Paso, a paso, todo fue cambiando. Yo también cambié. Algunas cosas quedaron a la espera del tiempo. Otras, a la espera de un encuentro.
En este momento, escucho tu guitarra y la suave melodía escapando de tu garganta apasionada, como cuando soltabas al viento tus alas. Aun puedo verte danzando por el parque con tus cabellos al viento y los ojos llenos de luz propia, otorgándole esperanzas a todo el que se cruzaba en tu camino; como aquel día cuando cabalgábamos, y el caballo prestó su luz a tu alegría, ese día por un instante cerré mis ojos y acepté el reto de no ponerle murallas a la felicidad.
...Bueno amiga. Preciosa amiga. Los nietos comenzaron a levantarse con nuevas energías para investigar el mundo. Un mundo pequeño e inmenso; tanto que a veces nos hace ver que nuestro universo es un segundo, un instante, o esa hora de la siesta en que nuestras almas se buscaban para poder proyectar nuestros sueños. El tiempo nos enseña que lo invisible es lo perfecto y que algunas veces la felicidad pasa imperceptible ante nuestros ojos.
Gracias amiga mía, por todo lo que me legaste.
Tú amiga del alma Yo.
...Bueno amiga. Preciosa amiga. Los nietos comenzaron a levantarse con nuevas energías para investigar el mundo. Un mundo pequeño e inmenso; tanto que a veces nos hace ver que nuestro universo es un segundo, un instante, o esa hora de la siesta en que nuestras almas se buscaban para poder proyectar nuestros sueños. El tiempo nos enseña que lo invisible es lo perfecto y que algunas veces la felicidad pasa imperceptible ante nuestros ojos.
Gracias amiga mía, por todo lo que me legaste.
Tú amiga del alma Yo.
María Luz 2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario