J. Lacan
¿La vejez dependerá exclusivamente de la edad cronológica?.
Considero que se trata de un estado de espíritu.
Hay “viejos” de 20 años y “jóvenes” de 90.
Es una cuestión de generosidad del corazón, pero también una manera de conservar dentro de
nosotros la suficiente complicidad con el niño que hemos sido.
Uno se muere, solía decir Francois Dolto, cuando ha terminado de vivir, y
para ella, vivir era sinónimo de actividad. Cada uno vive de manera singular una vejez que echa raíces mas allá de todo un itinerario de vida, en la infancia de cada cual.
Cada uno conserva dentro de sí como mediador de palabra, la imagen de quien lo ayudó
inicialmente a vivir, hablar, amar. La supervivencia de cada uno se debe a la existencia de un ser amado, se trate del padre idealizado de la infancia o de una madre idealizada que desapareció.
Lo que hay de vivo se aferra así a una imagen del pasado. En el caso de la tercera edad estos seres generalmente ya no viven, por lo qué hijos o nietos ocupan ese lugar.
.Mannoni, trae los dichos de una mujer internada en una institución geriátrica, en Francia:
“A nuestros hijos los criamos mal. Hicieron carrera, vienen a verme, pero se han olvidado de jugar. Sólo tengo gente digna a mi alrededor, necesitaría una pizca de locura…”
Lo que esta mujer pedía al cabo de 20 años de viudez, era no sólo un contacto táctil sino también
y fundamentalmente una mirada. Pero esta búsqueda estaba destinada al fracaso pues lo que recibía nunca era lo que esperaba. Es decir un soporte que la ayudase a vivir, desde el lugar en que estaba se sentía como fotografiada
Dice Mannoni: “El hombre, llamado a morir un día, tiene frente a sí dos perspectivas;
la resignación o la rebeldía hecha de un deseo de vivir lo que queda por vivir.”
Las grandes épocas fueron los grandes sueños, las épocas, los hombres.
Cuando una vida no sueña tampoco puede despertar. Mannoni continúa: “Los ancianos no son
tratados como sujetos, sino como niños objeto de cuidado y a los que se les pide silencio.
Al paciente se lo tolera si se calla. Los ancianos de “buen puntaje” son los pasivos y los que duermen todo el día. Nada se quiere saber de los perturbadores, cuya protesta tiene sin embargo valor de verdad.”
“Se suele juntar a la gente cuya muerte se aguarda, en espacios comunes, juntar a la gente en función de su muerte es, para los vivos, privilegiar a la muerte en relación con la vida.”
En la película “La Leyenda de 1900” el personaje dice:”nunca estarás muerto mientras tengas una historia que contar y álguien a quien contarla”.
El drama de muchos ancianos perdidos en sus referentes es que ya nadie les habla y entonces no encuentran palabras para expresar su desasosiego. El aislamiento contribuye a deslizarlos hacia un imaginario regresivo, donde, solo el recuerdo del pasado puede aportarle alguna satisfacción.
La persona de edad, cuando se da cuenta que ya no puede operar como antes sobre el mundo ambiente, parece que no tiene más elección que retirarse (del mundo) a la depresión. Se crea una situación tal en que el individuo aislado acaba renunciando a entablar una relación consigo mismo.
La angustia puede traducirse en agitación, en interpretaciones paranoides.
Existen formas de demencia que son, así , resultado de un doble encierro: el del sujeto en el interior de sí mismo y el del otro que ya no intenta comunicarse con él.
La vejez podría constituír un momento feliz de la vida en que la memoria se ejercería como “recuerdo” de una historia pasada para transmitir a las generaciones futuras. Lo que se vivió adquiere entonces sentido en función de los otros. Los nietos y biznietos pueden servir a menudo de nexo entre las generaciones.
Si no existe una familia, los amigos pueden sustituírla. Si la familia existe, sabemos que las mejores relaciones son siempre aquellas donde se mantiene cierta distancia.
“El que no recuerda, escribe Víctor Hugo, está más muerto que los muertos” .
Todo hombre y toda mujer ha sentido siempre ser infinitamente más que lo que puede llegar a ser. Por eso habita más en lo que desea y espera que en donde está y llegó, busca más lo que vislumbran sus ojos que donde alcanzan sus manos. Construye su presente no sólo recogiendo su pasado, sino, y sobre todo, acogiendo, imaginaria pero efectivamente el futuro”.
El tema en la tercera edad es, de qué se trata este futuro? El problema del deseo es algo que el hombre tiene que situar, encontrar, a lo largo de toda su vida y con gran frecuencia a sus expensas.
Los duelos sucesivos que fue llevado a hacer se cumplen bajo la forma de objetos que se le desprenden: pezón, excrementos, mirada.
F. Dolto dice que esta teoría del deseo se funda en duelos sucesivos que se deben cumplir en cada etapa de la vida para alcanzar la plenitud de la etapa siguiente. En la vejez ya no hay esperanzas de una ganancia (por ejemplo: el paso de la adolescencia a la edad adulta) sino que la etapa siguiente un día resulta ser la muerte. En esta etapa, este trabajo de duelo de lo que uno fue,precisa sostenerse de una dimensión narcisista idealizada, es decir, que aún degradado el sujeto esté seguro de que hallará en el Otro un garante.
En 1915 Freud sugiere que reservemos a la muerte el lugar que le corresponde: “Si quieres soportar la vida, añade, has de estar dispuesto a aceptar la muerte”. Lacan, agrega:” morir es algo que os sostiene. Si no creéis en ella, acaso podríais soportar la vida que tenéis?
Es la certeza de que esto acabará lo que os permite, soportar esta historia…
La muerte es un acto de fe” Esta muerte, emparentada con lo innombrable, deja al sujeto sin palabras. Lo que sí podemos nombrar, se nos revela en los sueños donde volvemos a hallar el paso a una simbolización con sus leyes.
Por eso de lo que se trata en el presente de la persona añosa es la rememoración de una vida vivida con el ser amado. A veces la vida nos sacude, a veces ella misma parece sacudirse en nosotros. Lo cierto es que el hombre crece a saltos. Este combate o lucha con la vida, cuando se entabla, cuando estalla se llama crisis.
La raíz de la palabra crisis es skribh y tiene relación con cortar, separar, distinguir. De allí deriva crisol, recipiente en el que antiguamente se ponía el metal sobre el fuego, el oro por ejemplo, para que el calor separe el metal precioso del impuro, lo bueno de lo malo, lo claro de lo turbio. Por eso podemos decir que crisis es el conflictivo encuentro entre lo nuevo y lo viejo, lo que ya fue y lo que quiere ser.
El desencadenante, siempre inesperado, singular, es para todos, es la vida misma. Pero es en cada uno porque es lo que nos va haciendo únicos, lo que nos va dibujando el propio rostro. La realidad nos incluye como su posibilidad de ser otra cosa que lo que ya es, ser lo que nosotros hacemos de ella.
Según Hugo Mujica” entregarse a la novedad y al riesgo de lo que depare el futuro es una manera de que el presente nos permita ser lo que nosotros hacemos de él…
”De esto se trata en el tratamiento de las personas de edad: Creer es crear. La esperanza agrega lo posible a lo real. Fecunda.
Lo que persiste hasta el último día de la vida es la sensibilidad del sujeto a los efectos de la palabra y estos efectos siguen siendo hasta su último suspiro.
***
_"Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,
y hasta ahora eh manifestado tus maravillas.
Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares".
Salmo 71: 17...
"Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes..."
Salmo 92: 14....amen
María Luz
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