MUNDO HOSTÍL

En el mundo en que yo nací y crecí,

había que hacerse pequeñita,

casi inexistente para poder sobrevivir un día más.

En ese mundo imperfecto que conocí lo único que aprendí

fue a gritar

porque mi voz no podía fluír libremente.

Yo daba chillidos,

muy tímidos, primero...

Un día empezaron a mirarme,

pero como a un ser extraño porqué además de los gritos

yo reía por cualquier motivo.

Con el tiempo las nenas del barrio me decían burlonas

que era muy grande para jugar con ellas a las muñecas,

pero a mi no me importaba,

yo era felíz!

y bailaba en las calles

tomándome de la mano de cualquier peatón.

Para todos era media tonta,

media loca;

aún para los más allegados,

aquellos que decían conocerme.

Los oía cuando chimosceaban de mí,

ellos creían que yo no los entendía;

pero siempre intuía la desconfianza en sus ojos.

En este otro mundo hostíl

yo presiento que todos quisieran gritar alguna vez,

pero nadie se anima por temor a lo que puedan decir

los demás.

Los veo cuando sufren y no se quejan,

se tragan sus propias lágrimas

o las dejan que se sequen en su cuenco.

Cuando son felices no pueden reír con plenitud;

y me pregunto ¿por qué?

Yo me doy cuenta que ellos quisieran bailar conmigo

pues sus ojos brillan,

mueven sus pies al primer compás que ejecuto bullisiosa,

pero no lo hacen para no parecer tontos...

¿o locos?

En el mundo en el que yo nací y crecí

solo podía dar chillidos,

pequeños gritos para no ser invadida por el silencio

y el olor a muerte

que desprendían los muros solitarios de mi hogar.

Solo que en este nuevo mundo hostíl,

comprendí que sería mejor acallar esos gritos

que emanan de mi interior

para ser más parecida a todos los demás.

Por eso me esforzé y aprendí modales,

también desarrollé una voz más melodiosa,

aunque cada tanto en pleno cilencio puedo oír

los chillidos que me acompañaron siempre.



Ahora tengo miedo.. !Es tanto el miedo!

Es que no quisiera volver atrás,

tampoco quisiera perder mi esencia...

quiero siempre seguir siendo Yo,

aunque este mundo siga su camino indiferente...




María Luz