Creo que no existe una sola mujer que no se acuerde cuando era niña, de
esas historias que siempre nos contaba nuestra madre, nuestra abuela, una tía...
Siempre sucedían en esas noches en que no nos podíamos dormir, o porque a ellas mismas se les ocurría poblar nuestras cabezitas de las mismas imágenes, que luego nosotras como legado ritual les pasamos a nuestras propias hijas....
Y así pasaron días tras días, años tras años hasta quedar impresas, muchas historías que hoy a mi nieta ni se me ocurriría contarle....
en realidad; ya me dijo muy segura con sus casi tres añitos -"abuela eso no me gusta"- a mi primera intención de desarrollar con ella tal legado. Claro hoy los niños eligen lo que quieren tener jugando en sus prolíficas cabezitas.
Una de esas fabulas que recuerdo contada con todos los detalles fue sobre, La pobre y hermosa Cenicienta, quién llegó primosamente ataviada en una calabaza a una fiesta de donde tenía que marcharse antes que dieran las doce de la noche, porque sino volvería a vestir sus propios harapos; mientras bajaba corriendo las escaleras perdio el zapatito, pero un hermoso principe lo encuentra y busca deseperado a la dueña que le robó el corazón...
Y fueron felices...
Una bella durmiente, que esperó casi cien años por ese beso del principe encantado que pudiera arrebatarla de las sombras en qué la dejó la malvada hada madrina... Y se contaba que ellos también fueron felices.
Erase una vez nuestros sueños.
Pensando poder hacer realidad esas tantas noches de espera cuando levantábamos como con naípes, infinitos castillos en el aire.
Erase una vez mis sueños
De los cuales nunca renuncié, ni renunsiaré.
Ellos están bullendo
siempre intactos,
siempre perennes y exactos en mi corazón, en mi mente.
Siempre a la espera estoy del principe amado y de ese beso apasionado, como el de los cuentos de mi niñez. Y del final
de fueron felices.
Pero más que nada a la espera del abrazo auténtico, que logre quitarme la zozobra y me hable de que no estoy aquí...
En este bosque desolado; con dos caminos, uno es más corto que el otro
tal como el del cuento.
Donde me encuentro perdida y a merced de una situación feróz, tal como le pasó a Caperucita Roja, cuando camino a encontrarse con su abuelita se cruza con un lobo hambriento que desorienta sus caminos para apoderarse de su integridad física.
Porque mí principe valiente y enamorado se convirtió de pronto en una irrealidad, jamás contada por una madre, ni abuelas, ni tías en esas noches en que casi todo era color de rosa.
y esta mentira
casi me despellejó el alma.
Erase una vez.....
mis sueños...
María Luz 2009
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