Mi cuñado Pepe

Mi cuñado Pepe es un tipo muy particular y aunque todos crean que puede pasar desapercibido no creo que sea así, por lo menos para mí y mi modo de ver; ya que yo tengo una particular forma de mirar a las cosas y a la gente. Y aunque pareciera que de la vida de las personas que conocemos no hay nada especial para contarse, tampoco es tan así.

Lo que puedo referirles de mi cuñado Pepe -es qué- Es un hombre tan alto que por momentos me da la impresión de un árbol que va a tocar los cables aéreos con su copa y en otros tiempos pareciera que sus ramas barren sus propios pasos. Es flaco, de huesos marcados, de espaldas anchas y cabeza poblada de blanca lana. Sus manos grandes y huesudas, inquietas prenden unos tras otros esos puchos que un día hace tiempo -los médicos auguraron que le estropearían los pulmones- pero él con ojos vivaces desecha con ímpetu tal aseveración y continúa con gran fruición y embeleso una de sus dos pasiones junto a su equipo favorito de fútbol.

Además Pepe mi cuñado tiene más de una particularidad, entre ellas puedo observar su caminar cansino y un tanto desgarbado que para mí esto le confiere un dejo de gracia. Con el paso del tiempo con sus días he podido darme cuenta que es muy atento y prudente porque cuando escudriña a su prójimo lo hace tratando de que el otro no se pueda sentir invadido en su intimidad.

Debe andar por alrededor de los sesenta años, pero es raro también a mi forma de ver -ya que desde que lo conozco esto hace equis tantos años -siempre me dio la impresión de que nunca pasan los años para él; quizás sea por su forma de ser, ya que al correr de tanta agua bajo el puente no le ha cambiado en nada el humor. Por tiempos es bastante rezongón y por siempre bonachón y aunque pareciera que es un hombre de pocas pulgas, las personas que lo conocemos bien sabemos que no es capaz de matar ni una mosca.

En las reuniones familiares siempre da la nota, ya que muy convincente y circunspecto cuenta las anécdotas más inverosímiles, agregándole continuamente una cuota más de sal. Cuánto más cuando observa que todos a su alrededor esperamos atentos que concluya su relato, pero él con total desparpajo y ante la algarabía de sus oyentes va dilatándole el final.

Por su modo de describir los hechos mi cuñado Pepe es genial, porque aunque no es un erudito en la materia, torna sus cuentos en un éxito literario.
Todos en la familia observamos boquiabiertos pasar como en una cinta cinematográfica el tiempo que ha partido sin lograr arrebatarle de sus ojos el candor.

Mi cuñado Pepe nos cuenta con mucha emoción y vehemencia de sus años mozos henchido en gestas memorables, y nos habla con total desenvoltura de sus citas románticas a las que como siempre él les confiere un toque intrigante. Ese toque que le exige su espíritu y la necesidad que tiene de sorprender a su platea; quienes expectantes abucheamos a rabiar o reímos hasta las lágrimas mientras Pepe -mi cuñado- se esfuerza por afianzar su obra ante la mirada adusta de su mujer, quién una vez más no logró meterse de lleno en ese espacioso mundo refugio de su marido -y malhumorada nos protesta a todos desde la cocina-

_que la comida se enfrió y todo por llevarnos de las pavadas de siempre de mí cuñado Pepe.

María Luz 2005